Busca con la lupa

Mis paginas

6 meses sin estar en Venezuela: ¿De viaje o emigré?

Lo primero que diré es “Dios, qué raro volver a escribir en este blog”. Este blog lo creé en el 2014, por mi afán de relatar mis experiencias, de echar mi cuento. Siempre he dicho que disfruto cuando alguien me lee, pero con los años (insertar voz de vieja) me he dado cuenta de que no solo escribo para que los otros me lean, escribo para ayudarme. Es como una terapia. Escribir cómo me siento o qué pienso, hace que sea más feliz.

Hoy recordé mi blog y la magia que significaba sentarme a escribir sobre cualquier tema importante para mí en ese entonces. He cambiado, ya ni siquiera opino igual que la Daniela que escribió aquí años atrás. Y aunque suene contradictorio, también sigo siendo la misma en tantos aspectos.

Creo que cuando crecemos nos convertimos en la unión de dos partes: la parte de nosotros con expectativas e inexperiencia, porque sigue habiendo un futuro por vivir. Y la otra parte con conciencia y aprendizaje por lo que hemos vivido.

Ahora bien, podría escribir un post completo sobre qué significa retomar este blog para mí, pues han pasado más de tres años desde que escribí la última publicación. Me gradué, dejé de vivir con familiares, me hice independiente económicamente, inicié proyectos de por vida, en pocas palabras, inicié mi vida adulta. Vida adulta que me ha maravillado y asustado.

El asunto es que no estás aquí para leer sobre por qué retomé mi blog o cómo ha sido entrar en la vida adulta, estás aquí para leer sobre el título que escogí.

Ok, no te hago esperar más, comencemos.

Nunca quise irme de Venezuela en serio. Dije que quería irme a República Checa, Canadá y China. Dije tantos destinos locos que creo que ya nadie creía que me iba a ir. Quise ir a mi acto de grado, quise comenzar a rescatar perros, quise producir una obra de teatro y quise hacer unos talleres. Siempre aparecía algo nuevo que hacer antes de irme.

Antes de graduarme, emprendí en la publicidad y eso hizo que Venezuela no me afectara tanto económicamente. Léase bien: no me afectaba tanto, y digo “tanto” porque aunque alquilamos un apartamento en Caracas, compramos un carrito, salíamos al cine y de vez en cuando a cenar, la crisis en Venezuela termina afectándote: O vacía tus bolsillos o te desestabiliza emocionalmente.

Trabajo con una laptop y conexión a internet, pero mi internet se iba todos los días.
Mi novio y yo hacíamos ejercicios de Boot Camp y teníamos que conducir de noche por calles oscuras y con cientos de huecos.


Me cansé de que las conversaciones con muchas personas fuesen tipo:
  • No consigo este medicamento, ¿tienes idea dónde lo pueda comprar?
  • ¿Conseguiste la Colgate?
  • Se me dañó la batería del carro, ¿dónde la puedo comprar a buen precio?
  • Se fue la luz y no pude terminar de enviar el documento.
Y así tantas conversaciones efímeras, y sin darnos cuenta, conversaciones mediocres. No quería eso para mi vida.

No me quise ir de Venezuela, me sentí y siento obligada por las circunstancias, pero siempre he sido una persona abierta a las nuevas experiencias, a vivir lo que se aparezca en el camino, una versión moderada de Forrest Gump.

Mi novio y yo tomamos la decisión: “Nos vamos”. El plan siempre fue Estados Unidos o Brasil. El primero, por nuestro gusto por el inglés y el montón de posibilidades para sacar emprendimientos adelante. El segundo por su facilidad de obtener la residencia, por aprender un tercer idioma, por ser la mejor economía de Latam, por recibir bien al venezolano.

El plan fue que fuera a New York tres meses para evaluar opciones, mientras Sebas me esperaba en Brasil. Pensándolo en retrospectiva, fue un pésimo plan, pero bueh, así sucedió. Yo tenía que ir a Venezuela a buscar a Lola, pero gracias al Covid-19, tuve que salir volando (literal) de USA y venir directamente a Brasil, porque ya no había vuelos para entrar en Venezuela.

Lolita está en Venezuela. La está cuidando mi mamá. Lolita está feliz y relajada. A veces pienso que deberíamos ser como los perros y solo ambicionar paseos. Yo también estoy feliz en Brasil. Sin embargo, cuando te vas de tu país y caes en cuenta que tienes que conformarte con ver a tus familiares siempre a través de una pantalla, entiendes que tanto emigrar como quedarse en Venezuela es un reto.

Dejé de pensar que me había ido de Venezuela, solo estoy de viaje: volveré y viviré allá. ¿Cuándo? No lo sé. Ya dije que soy bastante abierta a vivir nuevas experiencias y, por qué no, pasar algunos años en otros países. Pero no contemplo ser extranjera a largo plazo, no.

Te cuento algunas cosas buenas de estar en otros países y ver otras realidades:
  1. Comprar toda la comida que quieras es algo normal. Si trabajas, hacer mercados grandes es normal. No verás a nadie comprando dos cositas en el abasto.
  2. Los adultos jóvenes se independizan. Si tienes más de 23 y trabajas, lo más normal es que tengas con qué pagar un alquiler, sea habitación o apartamento.
  3. Es normal comprarse una casa y un carro. Sí, trabajas algunos años y haces buena relación con el banco, antes de los 30, seguramente, ya tienes propiedades.
  4. Los servicios básicos funcionan. No se va la electricidad, no se va el agua, no se va el internet.
  5. La vida es mucho más cómoda: pides un delivery de frutas y vegetales y a la media hora, quizá antes, ya tienes el pedido en tu casa. Pagar aplicaciones y membresías en plataformas es algo común.
Yo te recomiendo que salgas de Venezuela y que palpes otra realidad, por lo menos, por tres meses. Es necesario que veas más allá. No para que decidas emigrar, sino para que puedas evaluar los pros y los contras. Vivir en Venezuela es vivir en una agotadora realidad paralela, pero también significa tener cerca a la familia. Y, a mis 25 años, puedo decir que la familia lo es todo.




Mi vista desde el balcón. Los atardeceres en esta ciudad son un espectáculo.

Conclusión: Solo estoy de viaje, solo quiero estar de viaje y volver. El Covid-19 ni siquiera me deja ir a visitar a mi familia o buscar a mi perrita. Puedo pasar otros años aquí en Brasil o en España, pero sin duda, quiero vivir en Venezuela y pasar mi vida allá.

“Si me lees, por ejemplo, a las cuatro, comenzaré a ser feliz desde las tres”. Parafraseando a El Principito desde el primer post que publiqué en este blog. 

2

¿Tu papá y tu novio se llevan mal?





Regresé a mi blog. He estado bastante ausente, pero siempre seré La Daniela de aquí. Este es mi nido. Esto me hace feliz.
Volviendo a la pregunta sensacionalista del título, si la respuesta es sí, entonces es momento de leerme. Y si no, si tu papá y tu novio se llevan de maravillas, también léeme. Te divertirás. 

En mi adolescencia, mi papá nunca me habría aceptado un novio. Aunque era súper consentidor, si se trataba de muchachos, sacaba un carácter de los mil demonios. Claro está, yo tampoco fui la más rebelde del mundo. Fui tranquila. Los padres usan psico-terror para evitar que sus hijos hagan cosas que a ellos no les agradan. Yo siempre les comí el cuento de que si tenía un novio, lo iban convertir en carne de parrilla. Lo peor de todo, yo estaría allí viendo cómo se comían al chico.  ):

Una vez finalizada esa etapa, y ya en la universidad, las cosas cambiaron. Preguntas como: “¿Y cuándo traes al novio?” se hicieron frecuentes. Eso sí, cuando el viejito hacía esas preguntas yo no tenía ninguna relación.

Todo se volvió más serio cuando Sebas y yo comenzamos nuestro romance. Intensa como soy y derretida a mil por mi moreno, quise que toda mi familia lo conociera. El cumpleaños de mi sobrina se acercaba, mi papá obviamente estaría allí, y yo, yo no dudé en invitar a Sebastián para que conociera a su peculiar suegro. 

Mi papá nunca toma bebidas alcohólicas, pero ese día le dio por dárselas de social y se tomó unas cuantas cervezas. Cuando Sebas llegó a la fiesta, escoltado por su primo, mi papá le dio la mano y arrojó un dulce comentario: “Ah, tú eres al que vamos a enterrar vivo”. Sebastián, por su parte, tragaba grueso para disimular el susto.

Yo, de ingenua, pensé que esa sería toda la escena. Como una buena tía que se respeta, al momento de la piñata, me dispuse a alentar a mi sobrina: “dale, dale, dale a la piñata”. Sebastián miraba desde lejos. Y mi papá, ni corto ni perezoso, avanzó. 

—Mira, te digo una cosa, quien se ha metido con mi familia está tres metros bajo tierra —dijo tomando a Sebas por el brazo.

Esto, sin duda, se lleva el premio al comentario más ridículo, porque ese viejito panzón no ha enterrado en su vida ni a un clavo. 

Sebas, sudando frío, no hizo nada. Eso sí, me reprochó el incidente y, esa primera vez, mi papá le cayó como una patada en el hígado. 

Haciéndome mis dramas, pensé que ellos dos jamás se la llevarían bien, que se odiarían por el resto de la vida y que todo terminaría con un duelo de vaqueros. 

La realidad fue muy diferente. Sebas pasó sus primeros carnavales en mi casa y él y mi papá limaron asperezas, si es que en verdad las hubo. Con el tiempo, nos enteramos de que Héctor, un primo bastante chalequeador y quién también estaba en ese cumpleaños, había puesto su respectivo casquillo para reírse un rato del muchacho novato en cuanto a tratos con el suegro. 

Hoy en día, mi papá pregunta más por Sebas que por mí. Ambos se tienen bastante cariño, y cuando alguno se pone fastidioso, existe la confianza para un “viejo, no fastidies” o “Sebis, deja la vaina”.
Todo salió bien, y era de esperarse, ambos son buenos seres humanos. Si tu papá y tu novio no se agradan y ya llevan tiempo así, seguramente, alguno de los dos está metiendo la pata. 

¿Hay razones válidas para que dos personas se caigan mal? Sí, las hay. Y todo comienza cuando una de esas personas irrespeta a la otra. Por ejemplo, si tu novio se emborracha y conduce borracho para llevarte a la casa, no te sorprendas cuando tu papá comience a molestarse. Está poniendo en peligro tu vida y tú, aunque ya seas grande, eres su hija.

Si por el contrario, tu papá hace comentarios despectivos y burlescos a tu novio, no te extrañe que tu chico un día de estos le lance un zapato en la cabeza.
La clave para evitar tanto conflicto, y haciéndole honor a mi carrera, es la comunicación. Sí, las personas tienen que aprender a decir las cosas que les agradan y las que no. No logramos nada guardándonos sentimientos negativos. Ponte en el lugar de la otra persona por un momento e intenta comprenderle.  

Sé objetiva. Si llegase a pasar que tu pareja y tu papá andan como perros y gatos, manifiéstales que la situación significa una pesadilla para ti y deja en evidencia a quien tenga la mayor responsabilidad de que la fiesta no se lleve en paz.
Este tema también aplica para esas madres y nueras que no se soportan. Por mi parte, yo fue privilegiada y agradezco mucho a los suegros que tengo. 

¡Adiós!

Si me lees a las cuatro, comenzaré a ser feliz desde las tres. Muchas gracias por pasarte por aquí. Muchos besos a todos.  #LaDanieladeaqui 

En Instagram: @soydanielacolmenares
Para más escritos, @danielawrites y@danielawritesforkids  


0

Sobre casarse joven


Sí, sin duda, este es uno de los post más comprometedores que he escrito. No solo estoy dejando mi postura sobre el tema, sino que parece que me convierto en la autora de un manual potencial sobre cómo engatusar a tu pareja y ponerle la soga al cuello. ¡Arriba, cuaimas! 
Yo robándole un anillo a mi hermana para hacer mis payasadas.

No sé ustedes, pero yo cuando me enamoro, me imagino la vida entera con esa persona y hasta cómo deberían llamarse mis nietos. Yo no nací el día de “hay que llevar las cosas con calma” ni mucho menos el día de “como vaya saliendo, vamos viendo”. Yo me hago las mil cabezas, el conflicto interno y la crisis existencial. 

Siempre que me gustaba un chamo, me fijaba en el apellido y veía si combinaba con el mío. Visualizaba sus canas y sus arrugas y quedaba fascinada. Una vejez con él era lo menos que podía esperar. 

—¿Qué tal, Daniela? ¿En serio te gusta él? —preguntaba una amiga mía.
—Bueno, sí, lo normal —respondía yo como si nada fumando un tabaco.
—¿Qué tanto? —insistía mi amiga.
—Lo normal, solo me preocupa si nuestras pensiones nos van alcanzar para morir tranquilos.
—…

¡Shhhhh! Yo no fumo. Exageración o no, seamos honestos, a uno de ustedes seguro les ha pasado igual. 

Y no se trata sobre si eres niña o no, conozco a más de un hombre mal intenso que conoce a una chama y ya quiere que esta sea la madre de sus hijos. Ojo, no tiene nada de malo. Las cosas hay que tomárselas en serio si son importantes para ti. 

Los “peros” del matrimonio

Cuando se piensa en el matrimonio, aparecen demasiados “peros”: Que todo el mundo en estos tiempos se divorcia, que si te casas; ya no es lo mismo, que cuando te casas; tu pareja se aburre de ti y te es infiel, que cuando te casas; pierdes la juventud, que cuando te casas; llueven meteoritos, que cuando te casas; descubres el rabo de cochino de tu marido y un  sinfín de disparates.

Y esperen, yo no tengo idea de qué es casarse. Quizá en un futuro estaré escribiendo un post llamado “la maldición del matrimonio y otros males”. Yo creo que con el matrimonio pasa como con muchas otras cosas: Las personas que son infelices o tienen problemas en su relación, te van a decir que el matrimonio todo lo cambia para mal. 

La mayoría de las personas asumen que es imposible cambiar un mal hábito o una situación negativa. Es decir, si tu esposa te grita y te insulta, debes aceptarlo y lidiar con eso toda tu vida. ¿Por qué pensar así? Como humanos debemos ser críticos, autocríticos y reflexionar qué estamos haciendo mal. Si te la pasas todo el día tirado en el sofá revisando tu teléfono, créeme, puedes cambiarlo y hacer algo grande con tu vida. No tienes porqué aceptar que tu esposo siempre deje los platos tirados en el fregadero. Tú puedes hacer que las cosas cambien para bien. Comienza con una conversación, y si no funciona, recurre a la violencia… ¡NO, SOLO ES BROMA!

Si nos enfocamos en los cometarios negativos, entonces nunca nos vamos a casar. Dejarás al pobre chamo con los crespos hechos, y si eres hombre, a una pobre mujer vestida y alborotada. Antes de comenzar una relación, hay que dejar las cosas claras. Si él no se quiere casar y tú sí, tienes que evaluar qué tan posible es hacerlo cambiar de opinión. Quizá el tipo esté tan convencido de nunca casarse que puede ser un poco complejo. Pero, créeme, el amor ablanda al más terco. 

Mostrar otra perspectiva
Con Timoteo pasó algo parecido. Quien me conoce de cerca, sabe que me encantan los finales felices en la vida real y que tengo un nivel de optimismo tan alto que a veces hasta me resulta odioso para mí misma. Timoteo era un caraqueñito rebelde que quería viajar por el mundo sin compromisos. Yo lo dejé quieto, tarde o temprano sabía que iba a sucumbir antes mis encantos. 

—Pero, Daniela, ¿por qué me tengo que casar tan joven? —preguntó nervioso.
—Mira, Timoteo, te casas o te casas  —le dije sosteniendo un cuchillo de carnicero. 

Mi amor y yo.
Obviamente, lo último es un dialogo ficticio entre Timoteo y yo. Uno no puede obligar a nadie a pensar como uno quisiera. Lo que sí podemos hacer es mostrarle a esa persona otra perspectiva y que así pueda decidir con cuál opción se queda. Timo todavía quiere ser un viajero por el mundo, pero ahora quiere que yo lo acompañe en ese viaje. 

Ya él y yo hemos hablado sobre el matrimonio. Creo que en una relación que casi llega a los tres años, como es nuestro caso, ya debería hablarse sobre el asunto. Y a lo mejor más de un noviecito piensa que les estoy metiendo casquillos a las muchachas. Pero no, son temas de los que hay que hablar. Es como en la adolescencia, alguien tiene que hablar sobre las relaciones sexuales. 

Aunque no hay fecha exacta, sé que puedo casarme en un futuro próximo. En Venezuela,  comprar una casa y todas las cosas que se necesitan para vivir en matrimonio es muy costoso. Son cosas que no se pueden comprar de un día para otro. Ni siquiera si reúnes por un año todo tu salario. Si  tienes a alguien que te regale la casa o estás en un negocio con muy buenas ganancias, aprovecha. 


 
La única casita que tengo. :(  Me la regaló mi sobrina.


¿Qué les parece este utensilio? Estoy hecha hahahaha


Hay parejas que saben cuándo deben casarse. Las relaciones evolucionan y un noviazgo tan largo puede significar un problema aún mayor. Siempre va a llegar el momento de dar otro paso. La oruga tiene que convertirse en mariposa. 


¡Ay, qué metáforas tan cursis!

Preguntas claras y respuestas puntuales sobre el matrimonio: 

1.     ¿Importa la edad?
R: Creo que no importa la edad que tengas, si los dos quieren casarse y tienen cómo vivir juntos, entonces háganlo. También, tomen en cuenta si ambos están dispuestos a vivir en pareja y todo lo que ello significa. Por ejemplo, si uno de los dos está estudiando en la universidad, será más dificultoso atender a la otra persona, la casa y los estudios. Pero, bueno, tampoco es imposible. 

2.    ¿Vas a perder tu juventud?
R: Tu esposo (a)  puede ser tu mejor compañía para salir de fiesta, viajar y vivir experiencias nuevas. 

3.    ¿Tus amigos o familiares te van a criticar?
R: Sinceramente, si ellos hacen eso, no creo que sean tus amigos o familiares. Además, si tienes pareja, debes tener cuidado con lo que te diga un amigo soltero. Es muy fácil que esa persona hable y diga cualquier cosa si no se ha enamorado.  

4.    ¿No vas a poder lograr tus sueños?
R: Si tu sueño es ser la prostituta mejor pagada o ser el tipo que se gane el Record Guinness por acostarse con más mujeres, mejor no te cases. Tú y tu pareja pueden lograr todos sus planes y sueños juntos… Y lo más bonito de todo es que ambos van a presenciar el éxito del otro.  

5.    ¿No crees en el matrimonio?
R: Es válido. Algunos piensan que solo es un papel. Y bueno, sí lo es, pero si es importante para la otra persona, entonces deberías considerarlo. También puedes cuestionarte por qué no crees en el matrimonio. Quizá sea porque tus padres sean divorciados o tuvieron una relación muy conflictiva. Eso puede influir en el asunto. En cuanto a mí, el matrimonio me parece algo más simbólico. 

Tú cuéntame en los comentarios qué significa el matrimonio para ti. ¿Te quieres casar? ¿Te da miedo que las cosas salgan mal? ¿No le temes al matrimonio pero sí al divorcio? 
Nota1: No temas casarte. Es mejor intentarlo a siempre preguntarse cómo habría sido
Nota 2: NO ME VOY A CASAR AHORITA. SOLO ES UN POST SOBRE UN TEMA QUE LES PUEDE INTERESAR A GENTE DE MI EDAD

“Si me lees, por ejemplo, a las cuatro, comenzaré a ser feliz desde las tres”. El principito. 

Post relacionados:

Más de mí en
Instagram: @danielawrites
Twitter: @daniela_writes

6

¿Cómo saber si tienes una autoestima alta?






Sadness.


Yo no soy psicóloga. Quisiera yo. Al final decidí no cursar los estudios simultáneos con psicología por cambios de planes. Así que no esperes que este post te ayude a conocer tu psique y volverte un súper humano. 

Nota: Según el Diccionario de la Real Academia (2001), la palabra autoestima, que significa 'valoración generalmente positiva de sí mismo', es un sustantivo que tiene género femenino: la autoestima, una gran autoestima.  | Fuente: http://udep.edu.pe/castellanoactual/el-autoestima-o-la-autoestima/

Si necesitas hablar con un especialista, yo no soy la indicada. Pero creo que también deberías hablar contigo mismo (a) y escuchar a tu voz interior. Sí, sé que suena cliché, pero algo de cierto tendrá.  

Hablaré sobre este tema “tan complejo” según mis puntos de vista. Estoy orgullosa de ser quién soy y siento gran afecto por mí misma. Hablaré sobre ciertas cosas que me ayudan a saber si tengo una autoestima alta o no. Quizá alguna de ellas te identifique y podrás sacar tus propias conclusiones.

En cuanto a los hombres, pues es como obvio que soy mujer, y quizá lo que a uno le acompleje como chica, para ustedes es irrelevante. Sin embargo, como conozco a mi novio muy bien y lo considero una persona con una personalidad sólida, tomaré de él algunos rasgos que me parecen de un hombre con alta autoestima. 

Comienzo aclarando que para mí tener una autoestima alta no significa que me las dé de perfecta o que no reconozca que tengo errores y cosas por mejorar, tanto externas como internas. 

Comencemos por el físico. Si te sientes con kilos de más y te tiene harta el acné que siempre te sale en la frente, tranquila, es algo completamente normal. Tener la autoestima alta no es engañarnos a nosotras mismas. Por Dios, sabemos que esas ojeras eternas no son necesariamente atractivas.  El objetivo es aceptar esas imperfecciones y verle el lado positivo. Lidiar con ello y hasta hacer chistes de uno mismo.  

En mi caso, yo sé que tengo ojeras bien oscuras. Sé que puedo parecer un zombie cuando no uso maquillaje. ¿Pero quién dice que las zombis no son guapas? Jum. Es una belleza sombría como yo le digo. Já.

A mí me encanta el maquillaje, pero hay días que no me da la gana pintarme. Entonces, ¿no puedo salir de la casa? Claro que puedo. A cara lavada. Sí, sé que no me veo con mucha gracia que se diga, pero qué importa, soy feliz así. 

Yo, sin maquillaje.


El aprender a valorarse a uno mismo es más fácil de lo que crees y la idea es que se vuelva un hábito. Sientes que estás obesa porque ya no te cierra el pantalón. ¡Vaya, qué problema! ¿Te has puesto a pensar que quizá luces mejor con caderas más anchas? Yo siempre he querido tener el bendito abdomen súper plano, pero si no lo tengo, no me voy a echar a morir por eso. Yo sé que la inteligencia, la personalidad y la sonrisa mata al abdomen de Sascha Fitness. Lo que me toca es bajarle dos a las harinas y hacer más ejercicios. 

Creo que el tema del peso es una de las cosas que más les preocupa a las mujeres. Eso y el tener los senos pequeños.  

Si quieres leer más sobre el operarse las bubis, te dejo mi post “Me contagié de siliconitis aguda”.

En relación a los chamos, nunca he visto a un hombre quejarse porque esté gordo. Más bien se quejan porque están flacos. Hay quienes dirán  “un hombre flaco no se ve bien”. Yo prefiero años luz a un hombre flaco que a un Popeye que se la pase 24/7 en el gimnasio. ¡Zape, gato!
Si quieres lucir buenos músculos para sentirte mejor con tu cuerpo, te felicito.

Pero he conocido a muchos hombres que quieren ponerse “Yuca” para conquistar a una mujer. A una mujer que vale la pena se le conquista con personalidad, no con esteroides.  Y por otro lado, y como les digo a mis amigos más tímidos, la chica que te gusta solo es una mujer, no la trates como una Diosa porque no lo es. Ella tiene virtudes y defectos. No la idealices.

Nota: Entiéndase por “Yuca” a un hombre que está en forma y tiene muchos músculos. Los créditos de esta expresión son de Ángeles Infante. 

Creo que a todas nos ha pasado que hay un chamo demasiado intenso que apenas te vio en el metrobús y ya tiene tu número, sabe tu cumpleaños y hasta te agregó al Facebook. Pero ese no es problema, el problema es la labia barata que te clava por mensajes. 

Mi novio Timoteo siempre fue demasiado directo. Y esa es una de las cosas que más me gustó de él cuando estábamos cuadrando. Y eso que al principio él no me gustaba. Si había un coqueteo leve, era mucho. Literalmente, nuestra primera cita se planeó así:

—¿Qué vas a hacer mañana? —mirándome fijamente a los ojos.
—No sé, ¿por qué?
—Bueno, mañana te veo en El Cinex de El Recreo. Vamos a ver una película.
—¿Pero quién te dice a ti que a mí me gusta ese centro comercial?
—Bueno, si no quieres ir, no vayas. Te llamo mañana cuando esté allá. Chao. 

Wait, esa habilidad no es algo con lo que naces. Antes, antes, antes, a eso de primer semestre, Timoteo me había dicho que lo acompañara a comprar pantalones. Yo me quedé con cara de “WTF” y le dije que no. ¿Ves la diferencia? Un hombre directo es un hombre seguro. 

Volviendo a las mujeres, otro factor que considero importantísimo es cómo hablas y lo que dices al hablar. 

Si siempre preguntan cómo estás y tú respondes un “bien” con cara de tragedia, todo el mundo va a pensar que tienes una baja autoestima. Muchas veces nos sentimos fatales, pero no por eso tenemos que andar contando nuestras desgracias. Si ya pareces “El grito” de Edvard Munch, entonces hay un problema contigo. Hay que enderezar la espalda, subir la cabeza y caminar con decisión.

Alguien una vez me dijo: “Es que yo me siento mal cuando veo que otra chama en la calle tiene mejor ropa que la mía. Siento que a las demás les queda mejor la ropa que a mí”. Cuando yo escuché eso, casi que caigo como Condorito. La muchacha que me lo estaba diciendo tenía salud, belleza y estabilidad económica. Yo no lo podía creer. Todos tenemos nuestros propios conflictos. 

Mi mamá siempre me enseñó que cada quien es diferente y que todos tenemos algo con lo cual destacar. Cuando yo voy en la calle y veo a una chama con tremenda pinta digo: “Wow, qué bien se viste esta tipa”. Agarro dato de cómo se combina una que otra prenda y la adapto a mí. Le agradezco a mi mamá haberme criado libre de envidia y complejos. Claro, mi mamá, por más desastrosa y fea que yo luzca, siempre va a decir que estoy para quitármelos a sombrerazos. Eso quizá ha hecho que yo sea segura en ese aspecto. 

Y lo más cómico del caso es que siempre lo fui, o al menos casi siempre. Cuando estaba en primaria, era más tímida, pero luego me fui soltando. Cuando veo mis fotos de bachillerato, me da el susto de la vida. Tenía la melena de Hermione, tenía panza por el montón de chucherías que comía, usaba las cejas completamente naturales y usaba unos zapatos Kickers de varones que parecían botas petroleras. Y yo, tan creída yo, me consideraba una belleza exótica. 

Ya en quinto año, me presentaron el espejo y descubrí que peinarse y el corrector de ojeras ayudan mucho. 

Sobre la autoestima de los hombres, se me ocurre que otra cosa que puede afectarlos es hacer algo que no les gusta. Un hombre con un sueño frustrado puede venirse abajo. Si no estás contento con tu profesión u oficio, todavía tienes chance de hacer lo que te gusta. Estarás más feliz y no tienes nada que perder. Por cierto, eso también aplica a las mujeres.

Yéndonos a temas más íntimos, los hombres también pueden tener una baja autoestima por su desempeño sexual. Y qué sé yo, yo no soy hombre, pero he leído y escuchado que el tamaño del miembro masculino puede incidir en la personalidad del hombre. Si este es tu caso y te sientes mal por ello, ve a un médico, él te dará alternativas para que eso deje ser de un problema. 

Y si sientes que no eres un gran amante, en vez de ponerte a llorar en la esquina, busca información, lee más sobre el tema y metete entre ceja y ceja que puedes darle un giro a eso de ti que no te convence. 

Lo que no debes hacer / decir:
-Si tú eres una de esas que dice: “Es que yo soy muy fea, en verdad él nunca me va a hacer caso”, te aconsejo que te des una bofetada tú misma. ¿Para qué dices algo así? ¿Para que los demás te digan que no eres fea? ¿Para que los otros te tengan lástima? 

-Si eres una de esas que cuando llega otra chica, la miras de arriba a abajo criticando con la mirada su vestimenta, en verdad estás grave. Y además, no creas que nadie te ve. La gente pensará que eres una acomplejada. Yo conozco a una chama así que casi se le salen los ojos cuando llega otra chica vestida muy cool. Eso está muy feo y habla muy mal de ti. Un “qué bonita esa blusa” o “me encantan esos zapatos” son mucho mejor que esa mirada envidiosa.

La mirada envidiosa.


-Si dices delante de todo el mundo cosas como: “Yo soy la más bella, todos los hombres quieren conmigo, en verdad no tengo competencia, soy la mujer perfecta”, hay dos opciones: O estás loca o te haces la loca. Creo que no tiene nada de malo que pienses eso, pero sí lo dices tantas veces, en vez de parecer alguien segura, vas a parecer alguien con problemas de autoestima.  Quizá en el fondo los tengas y no quieres reconocerlos. 

-Si eres de esas chamas que se las pasan criticando a otra, burlándose de los demás y quejándose de cualquier cosa, déjame decirte que eres a una persona tóxica y es muy notoria tu falta de autoestima que hasta tienes que ofender a alguien más para sentirte bien contigo misma. 

Ojo, si tú tienes uno de los anteriores comportamientos, no te preocupes. Todo tiene solución. A lo mejor deberías enfocarte más en mejorar tu vida y verás como comienzas a corregir esos detalles. 


-Pistas para comprobar tu alta autoestima: 

1. Sentirte bella y ver los defectos que tienes como algo que puedes mejorar.
2. Le das más importancia a las cosas positivas que tienes y no tanto a las negativas.
3. Consideras a tus amigas, hermanas, primas, igual de lindas que tú y te alegras por el éxito de ellas. 

 
Yo solo tengo amigas lindas.

4. Tu personalidad es más importante que tu belleza. Así que te esfuerzas por ser mejor persona por sobre todas las cosas.  
5. Sabes que no depende de un hombre o mujer el que tú te sientas bella (o) y feliz. Depende de ti.
6. Siempre haces un comentario positivo de los demás y no un comentario que destruya.
Cuéntame, ¿crees que tienes una alta autoestima? Dime el porqué. ¿Qué piensas de todas las cosas que escribí? ¿Con cuáles estás de acuerdo?

Si te gustó el post, compártelo en tus redes. Yo estaría muy agradecida. 

“Si me lees, por ejemplo, a las cuatro, comenzaré a ser feliz desde las tres”. El principito. 


Más de mí en
Instagram: @danielawrites
Twitter: @daniela_writes




0

copyright © . all rights reserved. designed by Color and Code

grid layout coding by helpblogger.com